jueves, 14 de octubre de 2010

En una siesta

Soñé que me bajaba un pedazo de ceja.
Me sacaba un pedazo de cara.
Que jugaba con pintura amarilla inadecuadamente con una niña.
Qué inapropiado fue ese sueño, como para que me manden a una cárcel.
Era una niña y pintura amarilla.
Y le decía "no le puedes decir a tus papás..."
Y le ponía pintura en la nariz y en el labio con mis dedos.
¿Por qué?
Ella hablaba con sus papás, llorando, diciéndoles que había pasado algo.
Y me miraban y yo decía ¡¿qué está diciendo?!
Y decía que se había caído y por eso tenía una herida.
Era nuestro secreto.

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